Estoy seguro de que si hiciéramos una encuesta sobre
quién es el rival, de cualquier deportista o disciplina españoles, más querido
y respetado a pesar de ser el ‘enemigo’, éste sería Roger Federer. El
suizo es todo un ejemplo de deportividad, humildad y fair play .
En lo estrictamente competitivo, Federer es el rival a batir, el lado oscuro, aquel a quien queremos
ver siempre por detrás de uno de los nuestros.
Pero se le quiere, se le
respeta, se le admira,
tiene un gran carisma. Así como quizás no lo hagamos con los clubes extranjeros
a los que se enfrentan Barça, Madrid, Villarreal o Atlético en Europa; con
cualquier selección rival de la
roja, con Lewis Hamilton en
Fórmula 1, con los equipos alemanes en balonmano… Federer es diferente.
El suizo es
elegante tanto cuando gana como cuando pierde. Y es lo que le hace ser tan
valorado como deportista, y como persona también. Quizás otros hubieran
aprovechado un momento de debilidad como el que ha tenido Federer para tomar
protagonismo por encima del vencedor. Y me vienen muchos nombres a la cabeza.
Federer no, no ha podido contenerse, pero quiso que la últimas palabras de la
final del último campeonato fueran para su rival, de aquel que le privó de la victoria, de otro sueño más. Un gesto de caballerosidad, de auténtico
campeón.